TOPO CHICO RESORT & SPA
Anabella
Pezet
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales con
dignidad y derechos”
La reciente tragedia de la cárcel Topo Chico en Nuevo León reflejó una realidad que viven cientos de miles
de presos en las cárceles mexicanas: hacinación, sobre población, corrupción,
el pago de cuotas de protección, control de grupos de poder, y una lucha entre
ellos que en este caso les costó la vida a 49 reclusos y 12 heridos. Sufrimiento
humano y vejaciones parecen ser la situación de todos los días.
Algunas imágenes que circularon en diversos medios, daban cuenta
de la existencia de baños sauna, habitaciones con mejores acabados que contaban
con aire acondicionado, frigo bares, parrillas eléctricas, mejores colchones,
aparatos para hacer ejercicio como caminadoras, entre otros. Asimismo existían
280 puntos de venta de abarrotes, hasta un bar donde adoraban a la Santa
Muerte.
Hicieron creer que Topo Chico era un tipo “Resort & Spa” para
los internos; calificación que estuvo de lo más alejado de la realidad para
este centro de “readaptación social”, que más bien nos demostró ser nada más y
nada menos otra escuela del crimen en México.
Foto: Excélsior |
En algunos países de Europa el número de condenados es tan bajo,
que han existido prisiones que han
cerrado sus puertas, o incluso han rentado sus instalaciones a otros países
para que envíen a sus reos a pagar sus condenas.
Noruega ha sido pionero en el sistema carcelario en el mundo.
Recientemente un reporte presentado por la policía de este país dio cuenta de
los bajos índices de criminalidad y delincuencia. El reporte refleja que en
2014 sólo hubo dos disparos por armas de fuego fallidas, provenientes de los
7,200 elementos de seguridad pública que existen.
En este país nórdico, están situadas dos de las mejores cárceles
del mundo. Por un lado está la famosa Halden
Prison que tiene capacidad para 252 reos, cada uno cuenta con su propia
habitación, baño privado, televisión de pantalla plana, un pequeño refrigerador
y muebles de diseño. Asimismo cuenta con canchas de fútbol, básquetbol, rocódromo,
cocina, salita de estar, gimnasio con pared para escalar, un hospital,
dentista, librería, hasta obras de arte. La mayor parte de los guardias son
mujeres que van desarmadas, y un dato curioso es que no existen barrotes en las
celdas, pues le apuestan a la video vigilancia.
Foto: Prisión de Halden |
La Prisión de Bastoy
también está situada en Noruega en una isla. Fundada en 1982, es la prisión más
ecológica del mundo que parece más un campamento de verano. Los reclusos
habitan en casas de madera y cada quien tiene su propia llave. A su alrededor
cuidan de animales, practican la pesca, tienen baños sauna, canchas de fútbol y
hasta cine.
Foto: la prisión de Bastoy / lainformacion.com |
En Latinoamérica también existe una de las mejores cárceles del
mundo. Es la prisión de San Antonio
en la Isla Margarita de Venezuela donde “se puede hacer de todo, excepto
salir”.
Esta cárcel es famosa pues es una fiesta permanente para los
internos. De hecho, las bandas criminales son las que operan el penal e imponen
las reglas internas de convivencia. Albercas, ring de boxeo, parrilla para
carne asada, discotecas, bares, strippers, diversión para grandes y chicos,
donde el consumo de drogas está autorizado, así es esta cárcel que para muchos
está considerada como un verdadero resort.
En San Antonio no existe la anarquía pues las bandas son las que
controlan la penitenciaría. El gobierno no se pelea con los grandes capos de
las cárceles, sino que por el contrario reconoce su liderazgo y los empodera,
nombrándolos pranes o líderes de
prisiones. Cada vez que un pran
comete un delito, este queda impune y no se contabiliza el nuevo delito a sus
condenas.
Foto: Cárcel de San Antonio en Venezuela / marcianosmx.com |
En México, la mayoría de las cárceles están sobre pobladas y ocho
de cada 10 reos aún no reciben una sentencia condenatoria. A pesar de que a la
fecha, el área de Prevención y Readaptación Social de la Comisión Nacional de
Seguridad no ha realizado estudios financiados con recursos públicos, se sabe
por cifras del INEGI que en 2013 existían 213,682 reclusos, de los cuales el 87.3%
fueron por delitos del fuero común y el 12.7% por delitos del fuero federal,
con una tasa de hacinamiento de 1.3.
De acuerdo a los resultados del Censo Nacional de Gobierno,
Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2014, el 67% del personal
destinado en desempeñar funciones tanto operativas como administrativas en los
centros penitenciarios eran hombres, y un 33% eran mujeres.
El reporte señala que “en el entendido de que una función
fundamental del sistema penitenciario está relacionada con el proceso de reinserción
social y las actividades que se realicen para alcanzarla, se obtuvo información
sobre algunos elementos con los que cuentan los centros penitenciarios para que
las personas recluidas puedan llevar una serie de actividades para acceder a algún
tipo de instrucción o preparación a fin de que al momento de alcanzar su
libertad cuenten con herramientas para facilitar su reintegración a la
sociedad. En este sentido, de los 213,682 reclusos, el 30.3% se encontraban
estudiando, un 55.1% se encontraban ejerciendo algún tipo de actividad ocupacional,
mientras que el 14.4% se dedicaban a otro tipo de actividades.”
El reporte no especifica cuáles son el tipo de actividades
ocupacionales o incluso el “otro tipo de actividades” a los que se dedican los
reclusos en nuestro país. De ahí que como en Topo Chico sus actividades podrían
ir desde meterse al baño sauna, jugar algún deporte, mirar la televisión, beber
en el bar, etc. O ya si queremos ir más allá, organizar una fiesta privada para
ver el Súper Bowl como lo hizo el millonario dueño de Oceanografía, Amado
Yañez, recientemente en el Reclusorio Sur. Comportamientos y actividades que en
países del Primer Mundo, como Noruega, sí podría calificarse como de
“reinserción social” ¿o no?
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